València
Atrás hemos dejado un mes marcado por el levantamiento de la inmensa mayoría de restricciones sanitarias implantadas por la Administración para evitar la propagación del coronavirus. No solo eso. También ha sido un mes en el que buena parte de la ciudadanía se ha dejado llevar por una cierta relajación y ha sido menos estricta a la hora de prevenir los contagios. En esa relajación han influido, seguro, las ganas de socializar, pero sobre todo el ambiente de fiesta que trae aparejada la celebración de las fallas.
Todo eso, irremediablemente, se ha traducido en aumento de positivos y de hospitalizaciones. La verdad, no lo hemos hecho bien. Y a diferencia de lo ocurrido con las fallas de septiembre, cuando escuchamos a algunos sacar pecho de lo bien que había salido la fiesta desde el punto de vista sanitario, echo en falta ahora cierta autocrítica, mensajes del estilo "quizás no deberíamos de", "a lo mejor no teníamos que...". En fallas no se tendría que haber abierto tanto la mano.
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